jueves, 26 de mayo de 2011
Ganas de escribir
Hoy tengo ganas de hacer el amor y despertar,
tengo ganas de volar, de caer y levantarme,
ganas de llorar y ganas de vivir.
Hoy tengo ganas de quitarme la máscara,
pero tengo miedo de lo que pueda haber allí abajo.
Hoy tengo ganas de caminar descalzo,
pero tengo miedo que las piedras en el suelo
perforen mi piel hasta llegar al corazón.
Hoy tengo ganas de gritar,
pero no quiero que los sordos
escuchen mis lamentos.
Hoy tengo ganas de morir,
pero tengo miedo a no regresar jamás.
Hoy tengo ganas de correr,
pero es curioso el hecho
de que no sé a dónde lleva este camino.
Hoy tengo ganas de escribir,
pero miedo de que alguien lea mis profundos sentimientos.
viernes, 13 de mayo de 2011
Un nuevo comienzo (tic-toc)
(Frida Kahlo)
Hoy me dijo adiós, realmente no se qué pasó o el por qué de su huida. Un adiós grabó en mi mente la idea de que no regresaría y en mi pecho un boom apesarado ahoga los apenas vivos latidos de mi corazón.
Aun la puedo ver a unos metros, de espaldas y sin mirar atrás… sin mirarme. No me había dado cuenta de lo bien que luce su cabello movido por el viento, como las hojas de los árboles en otoño que parecen que cobran vida propia. Trataré de ser fuerte y no tumbarme, hoy no, parecería demasiado fingido y sobreactuado. He caído al suelo.
Realmente no sé cuánto tiempo llevo aquí, no sé cuándo empezó la lluvia. Tampoco sé si la humedad sobre mis mejillas son gotas de agua o lágrimas saladas.
Ha caído la noche, y con ella mis fantasmas internos han desatado una lucha en mis recuerdos. Los fantasmas blancos sueñan con parchar mi dolor con buenos recuerdos; y los negros, manchan con tristeza aquellos buenos momentos y mi corazón late: Tic-toc.
Parece que fue anoche cuando la vi por primera vez, sentada sobre la banca blanca del último árbol del parque de la esquina, como siempre, puntual a las 5:00 p.m. y yo sin poder siquiera acercarme. En ese entonces sólo me conformaba con mirarla desde lejos y fingir mis clases de fotografía con ciegos flashazos sin dirección. ¡Qué tonto!
Todos los días parecían cortos en comparación con las noches en las que tu recuerdo no me bastaba para consolar las ansias reprimidas de deseo y soledad, tristeza y amargura. Y me retorcía del dolor, sin poder dormir, sin más consuelo que la zafia melodía que suelo tocar en mi vieja guitarra que acostumbro arrumbar en la esquina norte del cuarto de atrás. A - C#m D – E/ A - C#m D – E/ A - C#m D – E…
Tic-toc, mi corazón regresa. Tic-toc. ¿Será que me he quedado dormido? Siento el olor del perfume que te regalé en nuestro primer aniversario, un Gucci Floral que usas para ocasiones especiales. ¿Será que me he quedado dormido? Si es así no quiero abrir los ojos, pues temo no verte en la inmensidad de la noche y despertar solo en algún lugar desconocido en que pueda perder la ahora débil fragancia de tu cuerpo.
Tic-toc. Nunca me di cuenta de lo que tenías planeado para mí; no sé si lo habías ya pensado desde el momento en que nos vimos. Pero debo reconocerlo... juegas rápido. Recuerdo aquella tarde de solsticio de verano en que me respondiste el primer “hola” y para mí fue como firmar un pagaré con la cantidad en blanco y el beneficiario a tu nombre. Esa tarde caminamos muy juntos, pero sin tomarnos de las manos hasta que el sol se puso tras la colina rara que da camino de tu casa; el tiempo pareció ralentizarse y todo se me hacía eterno y era así como quería pasar mi vida entera: en un instante eterno a tu lado. Lo siento, olvidé que era solsticio.
La primera cita fue todo un fiasco. Te llevé al parque a tomar un helado; un perro orinó mis zapatos, nos topamos a tu ex, te bañé en helado, y ante todo ello tu sólo sonreías… ¡Me pagabas más de la cuenta! ¿Qué más puedo yo pedir?
Tic-toc. La lluvia ha comenzado de nuevo; tengo los ojos cerrados, pero me doy cuenta de las miradas extrañas que asechan mi cuerpo sosegado del dolor. Supongo que ver a alguien tirado a mitad de la calle debe parecer extraño, deben pensar que estoy ebrio, loco o ambas cosas, lo que ellos no saben es que estoy muerto… pero que aun respiro.
Tic-toc. Duramos juntos dos eternidades (tal vez hayan sido cuatro, no lo sé), pero hubiera condenado mi alma para durar otras cien, y quinientas, y mil. Poco a poco te fuiste adueñando de mis actos y mi respiración, mis sueños, delirios, mis palabras y mis cartas.
Tic-toc. He muerto dos veces en lo que va de esta noche y no sé si pueda seguir sobreviviendo… Tic toc, vuelve a latir mi corazón.
lunes, 2 de mayo de 2011
La prostituta
Suena raro, pero es cierto, ya no hay clientes por aquí, y aunque quiera, a mis 27 años ya no puedo moverme a otro lado ni salirme de esto. Uno cree que con querer todo se puede, pero no es cierto. En la novela de las 8 ya oí por cuarta vez que la sufrida protagonista va a sacar adelante a sus hermanos trabajando de lo que sea, menos de PUTA… Sí, PUTA, con mayúsculas para que se vea. Y es que la gente tiene pavor por decirlo, pero ¿y qué? Eso soy yo, una puta de la vida que al final de los chingados favores también es puta. Y esto no es telenovela.
Vuelvo a la realidad y noto que la noche es fría y que mi chaqueta roja de cuero no resiste el viento helado de la calle norte. Saco un cigarrillo pero no hay nadie para darme fuego; lo prendo, guardo mi zippo plata y camino de la forma más pulcra en la que puedo. Levanto la barbilla, contraigo los hombros y arqueo una ceja. Doy el primer paso, el pie derecho bien estirado, primero la punta y luego el talón, el pie izquierdo y camino tres pasos adelante. Me detengo sobre mi pasarela imaginaria, hago un ademán con el cigarrillo de la mano derecha, poso mi mano sobre la cadera izquierda y doy vuelta para iniciar con la rutina de nuevo. Saludo a lo lejos y sonrío… es parte de la rutina, no hay nadie ahí.
01:52 de la mañana y cero pesos en mi prada negra que cuelga de mi hombro izquierdo. No ha habido clientes hoy y comienzo a aburrirme, bueno, por lo menos no he fingido orgasmos en las últimas veinte horas. Una ráfaga de viento despeina mi peluca rojiza y por primera vez en mucho tiempo cae una gota de agua sobre mi cabeza. Cierro los ojos pero no me cubro de la lluvia, no hay problema, son sólo gotas escasas de agua fría.
Abro los ojos y el destello de los faros ciega mi visión por tres segundos. Viene a lo lejos pero ya lo distingo, un escalofrío recorre mi nuca y tengo miedo. Bajo mis brazos bruscamente y el cigarrillo largo cae de mi boca directo al charco que lo apaga rápidamente. Malva aprueba al cliente, es el carro rojo… Y viene por mí. Ya son 5 antes de las 2.
El cantante
… La verdad es que siempre he sido más actor que cantante. Uno pensaría que las grandes interpretaciones de un cantautor famoso reflejan gran parte de su vida y que cada vez que sube al escenario y lo hace vibrar -literalmente- con aplausos deja un poco de sí sobre él, pero eso no es cierto.
En mi experiencia, las interpretaciones son simplemente eso, “interpretaciones” de historias ficticias producto de la imaginación del artista que sólo buscan vender filosofía barata al público que lo escucha. Es triste pero es así, no puedes entregarte cada noche en el escenario esperando sobrevivir cada vez al final del día. No puedes abrirle al mundo tu vida privada esperando seguir siendo tú mismo después de veinticinco canciones. Simplemente no podrías vivir una vida de canción en canción en que cada minuto sea una estrofa con la vida misma como orquesta de fondo. Simplemente no se puede.
Es por eso que digo que soy más actor que cantante, porque vendo historias que no son mías con personajes que nunca conocí y lugares que nunca vi, a un público que jamás conoceré. Porque a fin de cuentas mi vida es eso, una historia más que quizá sí esté escribiendo; la vida de un actor que juega a ser cantante y que sueña a ser feliz.
Pero hoy he tenido miedo de mí mismo. Hoy me he mirado al espejo y no me ha gustado lo que he visto… una cara y nada más. Pero no veo mi historia, ni lo que he sido, ni lo que seré. ¿Sera esa la razón quizás por la cual cada noche antes de salir al escenario y me encuentro tras un telón cerrado sin sonido tengo miedo? ¿Será esa la razón por la que irónicamente con mi miedo a la oscuridad en ése momento cierro los ojos para no verla.
Se abre el telón y recuerdo lo que soy… un actor vendiendo historias de una vida queriendo ser cantante.
PRESENTACIÓN
Miro, como muchos dicen, la vida pasar. Observo a la gente y a sus gustos, sus gestos y sus muecas. No soy perfeccionista, soy un voyerista de la vida social, de lo intrépido del respiro casi sin aliento y de los colores blancos de palabras y de olores. ¿De la vida? No, esa no me interesa ni vivirla ni abrirme a lo estúpido y negro de este mundo bizarro y contradictorio, sólo me detengo a mirar, a observar. Sólo a eso.
En el mundo la gente cree que vivirá para siempre y que tiene tiempo de cometer tantos errores como quiera y que podrá solucionarlos en el menor tiempo posible. Perdón. Mi experiencia me dice que están equivocados.
En el mundo la gente cree que acumulando el mayor número de posesiones durante su vida joven les asegura una vida próspera y feliz cuando sean viejos y arrugados. Lamento decirles que están equivocados.
En mi mundo la gente corre porque no tiene tiempo y al final se queja porque queda demasiado.
¿Bizarro? Diría que sí, pero alguien me dijo que está mal utilizado el término, mejor digamos “peculiar”.
Se preguntarán qué hago aquí, o quién soy yo. No os preocupéis, sólo soy el narrador de una historia con un final presupuesto y recontado. Soy yo… Dejémoslo así.