viernes, 13 de mayo de 2011

Un nuevo comienzo (tic-toc)

“Y entonces intenté ahogar mis dolores… pero ellos aprendieron a nadar”
(Frida Kahlo)


Hoy me dijo adiós, realmente no se qué pasó o el por qué de su huida. Un adiós grabó en mi mente la idea de que no regresaría y en mi pecho un boom apesarado ahoga los apenas vivos latidos de mi corazón.

Aun la puedo ver a unos metros, de espaldas y sin mirar atrás… sin mirarme. No me había dado cuenta de lo bien que luce su cabello movido por el viento, como las hojas de los árboles en otoño que parecen que cobran vida propia. Trataré de ser fuerte y no tumbarme, hoy no, parecería demasiado fingido y sobreactuado. He caído al suelo.

Realmente no sé cuánto tiempo llevo aquí, no sé cuándo empezó la lluvia. Tampoco sé si la humedad sobre mis mejillas son gotas de agua o lágrimas saladas.

Ha caído la noche, y con ella mis fantasmas internos han desatado una lucha en mis recuerdos. Los fantasmas blancos sueñan con parchar mi dolor con buenos recuerdos; y los negros, manchan con tristeza aquellos buenos momentos y mi corazón late: Tic-toc.

Parece que fue anoche cuando la vi por primera vez, sentada sobre la banca blanca del último árbol del parque de la esquina, como siempre, puntual a las 5:00 p.m. y yo sin poder siquiera acercarme. En ese entonces sólo me conformaba con mirarla desde lejos y fingir mis clases de fotografía con ciegos flashazos sin dirección. ¡Qué tonto!

Todos los días parecían cortos en comparación con las noches en las que tu recuerdo no me bastaba para consolar las ansias reprimidas de deseo y soledad, tristeza y amargura. Y me retorcía del dolor, sin poder dormir, sin más consuelo que la zafia melodía que suelo tocar en mi vieja guitarra que acostumbro arrumbar en la esquina norte del cuarto de atrás. A - C#m D – E/ A - C#m D – E/ A - C#m D – E…

Tic-toc, mi corazón regresa. Tic-toc. ¿Será que me he quedado dormido? Siento el olor del perfume que te regalé en nuestro primer aniversario, un Gucci Floral que usas para ocasiones especiales. ¿Será que me he quedado dormido? Si es así no quiero abrir los ojos, pues temo no verte en la inmensidad de la noche y despertar solo en algún lugar desconocido en que pueda perder la ahora débil fragancia de tu cuerpo.

Tic-toc. Nunca me di cuenta de lo que tenías planeado para mí; no sé si lo habías ya pensado desde el momento en que nos vimos. Pero debo reconocerlo... juegas rápido. Recuerdo aquella tarde de solsticio de verano en que me respondiste el primer “hola” y para mí fue como firmar un pagaré con la cantidad en blanco y el beneficiario a tu nombre. Esa tarde caminamos muy juntos, pero sin tomarnos de las manos hasta que el sol se puso tras la colina rara que da camino de tu casa; el tiempo pareció ralentizarse y todo se me hacía eterno y era así como quería pasar mi vida entera: en un instante eterno a tu lado. Lo siento, olvidé que era solsticio.

La primera cita fue todo un fiasco. Te llevé al parque a tomar un helado; un perro orinó mis zapatos, nos topamos a tu ex, te bañé en helado, y ante todo ello tu sólo sonreías… ¡Me pagabas más de la cuenta! ¿Qué más puedo yo pedir?

Tic-toc. La lluvia ha comenzado de nuevo; tengo los ojos cerrados, pero me doy cuenta de las miradas extrañas que asechan mi cuerpo sosegado del dolor. Supongo que ver a alguien tirado a mitad de la calle debe parecer extraño, deben pensar que estoy ebrio, loco o ambas cosas, lo que ellos no saben es que estoy muerto… pero que aun respiro.

Tic-toc. Duramos juntos dos eternidades (tal vez hayan sido cuatro, no lo sé), pero hubiera condenado mi alma para durar otras cien, y quinientas, y mil. Poco a poco te fuiste adueñando de mis actos y mi respiración, mis sueños, delirios, mis palabras y mis cartas.

Tic-toc. He muerto dos veces en lo que va de esta noche y no sé si pueda seguir sobreviviendo… Tic toc, vuelve a latir mi corazón.

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